top of page
Buscar

Un día más con vida (Raúl de la Fuente y Damian Nenow, 2018)

  • Foto del escritor: Casa Negra
    Casa Negra
  • 1 jul 2019
  • 3 Min. de lectura

Por Jetsael Villegas. 



Guerra Fría, confusão. Guerra civil en Angola, confusão. Incertidumbre sobre lo

que ocurre, confusão. Mundo casi postapocalíptico, confusão. Personajes que no

saben si verán el amanecer del día siguiente, confusão. Imágenes animadas que no

distinguen entre lo real y lo onírico, confusão. Sueños que se vuelven pesadillas y

pesadillas que se vuelven sueños, confusão.


Confusão —expresión portuguesa para describir un estado de total y fatídico caos—

sintetiza muy bien al libro Un día más con vida (1976), escrito por el periodista

polaco Ryszard Kapuscinski y que ha sido adaptado a la pantalla grande por los

directores Raúl de la Fuente (España) y Damian Nenow (Polonia). El libro es una

crónica sobre los conflictos entre las guerrillas independentistas de Angola que

buscaban hacerse del poder tras el “éxodo blanco” de los colonialistas portugueses.

Tras la descolonización —en plena Guerra Fría—, la nueva nación independiente

fue dominada por la confusão y Kapuscinski procuró describirla para el mundo.


Los directores utilizaron la técnica de animación de la rotoscopia y el formato

documental para entregar un largometraje que va de lo onírico a lo realista. Las

secuencias animadas muestran la psique del protagonista —Kapuscinski— y una

Angola casi de fantasía, pero con toques pesadillezcos; las partes documentales son

testimonios de personas que conocieron al periodista y funcionan no sólo como

apéndices que complementan con información adicional, sino que también están ahí

para hacernos recordar que aquel conflicto entre guerrillas en realidad sucedió. Por

eso, el montaje de Un día más con vida, hecho por el mismo Raúl de la Fuente,

cobra especial relevancia ya que es parte importante de la estructura total del filme;

las conexiones entre imágenes animadas y documentales se hacen a través de planos

paralelos. En una secuencia animada de la película, Luis Alberto —otro reportero

con quien Kapuscinski tiene la oportunidad de interactuar durante su viaje—

aparece sentado frente a un ventilador y viendo hacia el fuera campo para después

pasar a un plano en imagen real cuya composición es exactamente igual a la de su

predecesor. Este juego visual ocurre cada vez que un nuevo personaje es

introducido.


La confusão también permea en las secuencias animadas, pues llega un momento en

el que Kapuscinski vive momentos de ensueño: viaja en un carro a través del cuerpo

de una guerrillera llamada Carlota; sus manos y todo su ser se van desvaneciendo;

los objetos a su alrededor —entre hojas, plumas y máquinas de escribir— se elevan

hacia el cielo como queriéndolo dejar desarmado. También hay pesadillas:

Kapuscinski recuerda la invasión de Polonia por parte de la Alemania Nazi;

atestigua un bombardeo en la carretera que en realidad ocurre en su cabeza; y se ve

a sí mismo buscando a un niño que sobrevivió a una masacre realizada por uno de

los bandos guerrilleros. Realidad, ensueños y pesadillas cuyas líneas divisorias se

vuelven cada vez más borrosas, confusão. Las tres dimensiones coexisten no sólo en

el subconsciente del reportero, sino también en la propia Angola de fantasía. De

fantasía no por libertad creativa de los directores, sino porque así la veía

Kapuscinski.


El valor de Un día más con vida se encuentra especialmente en su trabajo de

edición, en él existe una gran carga expresiva. Como muestra podemos aludir a una

de las últimas secuencias: vemos a un veterano guerrillero —llamado Farrrusco—

preguntar a la cámara “¿Dónde quedó el socialismo?”, el plano siguiente es un

buque de guerra viejo, achatarrado y encallado en una playa sudafricana; en un

costado puede leerse el nombre del navío, Karl Marx. Esta última imagen

representa a los ideales socialistas perdidos entre el caos de la guerra, la confusão.



Comentarios


bottom of page