Realidad distorsionada: Twelve Monkeys (1995) de Terry Gilliam
- Casa Negra
- 9 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Por: Jetsael Villegas Mendoza

Películas sobre viajes en el tiempo hay muchas, podríamos citar a Back to the future (Robert Zemeckis, 1985) y su afirmación de que el futuro no está escrito; a Looper (Rian Johnson, 2012) y su dialéctica del “yo” del presente y el “yo” del futuro, entidades en constante conflicto; incluso a About time (Richard Curtis, 2013) y su premisa de que ni siquiera el tiempo puede dominar sobre el amor. Sin embargo, unos de los tratamientos más interesantes respecto a las paradojas temporales en el cine se encuentra en Twelve Monkeys (1995) del director estadounidense Terry Gilliam, quien usa las paradojas temporales como punto de partida para hablar sobre los límites entre la cordura y la locura.
James Cole (Bruce Willis) es un convicto asentado en una prisión subterránea ubicada en una Filadelfia postapocalíptica. En 1997, la tierra fue contaminada por un virus altamente contagioso y mortal que exterminó a casi toda la humanidad. Cole es enviado al pasado para rastrear su origen, el cual está vinculado a una organización conocida como el “Ejército de los 12 monos”, liderada por Jeffrey Goines (Brad Pitt). Durante sus incursiones, él mismo se cuestiona si su misión es real o si todo es producto de su imaginación.
Desde los primeros planos del filme, Gilliam establece una relación entre estos y la psique del personaje: los picados, contrapicados y holandeses describen la percepción distorsionada que Cole tiene de su entorno. Además, constantemente aparecen televisores —los científicos los usan para comunicarse con Cole, aunque él se encuentra en la misma habitación— como aderezos de una realidad manipulada.
Los recursos visuales anteriores más el paralelismo existente entre muchas de las escenas presentes en el largometraje ayudan a generar una atmósfera de ambigüedad por la cual Cole se mueve y donde no sabe distinguir lo real de la fantasía, así como el futuro del pasado (o presente). Por ejemplo, aquella cuando Cole es juzgado y cuestionado por los científicos del futuro que buscan prevenir la extinción humana se parece mucho a otra en la cual está siendo entrevistado por un grupo de psicólogos en la clínica mental donde se encuentra internado durante su primer viaje temporal.
Twelve Monkeys es una película cuya construcción visual permite “vivir” dos veces los momentos: la primera vez desde el punto de vista de Cole; la segunda, como realmente sucedieron. Y aún así, la película sigue proporcionando elementos que llevan a pensar que todo es real y, al mismo tiempo,que todo es una construcción mental del protagonista.
Un motivo visual constante y estructurado del filme es la televisión y su contenido. Desde una pequeña en la clínica mental en la cual se puede ver un capítulo de Merrie Melodies —de los mismos creadores de los Looney Tunes—, pasando por otra en un motel donde se transmite un episodio de Woody Woodpecker —El pájaro loco para los cuates—, hasta el seguimiento realizado por un noticiero local sobre el rescate de un niño atrapado en un pozo. El medio televisivo es importante para Gilliam porque ahí comenzó su carrera como guionista y director al ser parte de los Monty Python, un grupo de comedia británico, durante los años 60 y 70.
Los referentes televisivos empleados por el realizador están relacionados con la temática y la atmósfera presentes en Twelve Monkeys. Merrie Melodies es una serie que muestra las aventuras de personajes alocados, su presencia durante las secuencias de la clínica mental tiene dos funciones: apelar a la posible locura del protagonista y a enriquecer la interpretación exagerada de Pitt (el audio de la serie se coordina con sus movimientos, por lo que luce mucho más caricaturesco). El episodio de Woody Woodpecker habla sobre los viajes en el tiempo, y Gilliam lo utiliza para sugerir que probablemente Cole es un loco atrapado en su propia fantasía. En cuanto al seguimiento del rescate del niño atrapado en el pozo —quien en realidad estaba escondido en un establo, pero quería jugarle una broma a la gente— es la forma en que el cineasta critica el amarillismo de la televisión y su contribución a la distorsión de la realidad.

Esta película está basada en el cortometraje francés La jetée (1962) de Chris Marker. Mientras que éste se enfoca más en la relación amorosa entre el personaje principal y una mujer que conoce en el pasado, Twelve Monkeys lo utiliza como punto de partida no solamente para hablar de la locura, sino también de los alcances de la memoria. Otra diferencia sustancial yace en el estilo visual: la primera está compuesta por fotografías, mientras que la segunda muestra una realidad inestable a partir de la puesta en escena.
Los viajes en el tiempo probablemente seguirán siendo interés de muchos cineastas, pero Terry Gilliam ha logrado llevarlo más lejos porque consiguió unidad formal, es decir, sus recursos estilísticos son pertinentes para su tratamiento particular del tema.
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