La infancia en soledad: Manto acuífero (2013) de Michael Rowe
- Casa Negra
- 26 jun 2020
- 2 Min. de lectura
Por: Jetsael Villegas Mendoza.

Michael Rowe es un director australiano, nacionalizado mexicano en 2009, cuyo primer largometraje, Año bisiesto, lo colocó como una de las promesas del cine nacional en 2010. En aquel filme, su principal interés es retratar la soledad de la protagonista, quien deja Oaxaca para asentarse en la Ciudad de México. Manto acuífero es una suerte de secuela temática.
Caro (Zaili Macías) es una niña que, tras el divorcio de sus padres, encuentra refugio en el jardín trasero de su nuevo hogar —ubicado en Cholula, Puebla—, donde establece un vínculo estrecho con la flora y fauna del lugar. Precisamente, a pesar de contar con una madre y padrastro amorosos, Caro se siente sola y la única forma de sobrellevarlo es explorar ese pequeño mundo exterior, lleno de árboles, insectos, gallinas y un pozo.
La película es minimalista porque prescinde de los movimientos de cámara y muestra a sus personajes siempre en planos generales, colocando el foco visual a la altura de la niña. Los adultos aparecen cortados o desenfocados, lo cual enfatiza la soledad de Caro quien, por un lado, extraña a su papá y, por el otro, se siente ajena al mundo de los adultos.
En Año bisiesto, Rowe tenía como personaje principal a una mujer adulta oaxaqueña quien se sentía sola a pesar de tener varias parejas sexuales, porque con ninguna conectaba emocionalmente. Además, por ser de provincia, ella era una persona constantemente marginada y discriminada. Realmente no le iba bien, pero cuando hablaba por teléfono con su mamá afirmaba estar muy cómoda y contenta. En cierto sentido, la mamá de Caro hace eco de aquel personaje: se trata de una mujer adulta quien, aunque tiene una nueva pareja, también se siente sola, pero ante su familia y amigos finge estar en la relación perfecta, la cual no solamente la hace feliz a ella, sino también a su hija.

Año bisiesto también habla sobre las apariencias: el pretender que alguien es quien no es o experimentar emociones que realmente no se tienen solamente agudizan la sensación no sólo de soledad, sino también de tristeza. En una escena, la mamá de Caro le dice a esta que “puede contarle sobre sus sentimientos”, para más adelante darlos por hecho cuando una de sus amigas pregunta por la situación emocional de Caro ante al divorcio: “la está pasando muy bien”, afirma.
A pesar de eso, Rowe también muestra que la mamá realmente está interesada en proveer lo mejor a su hija, aunque no le pregunte a ella por lo que realmente quiere. Mientras Caro constantemente pregunta por su padre, claro indicio de extrañarlo, ella la obliga a ver a su padrastro —un sujeto poco agradable, por cierto— como su “nuevo papá”.
Pero quizá el tema de la soledad no estaría tan bien retratado el la película de no ser por el trabajo de Eugenio Caballero en el diseño de arte, quien entiende a la perfección cuál es la visión de Rowe y entrega unos escenarios en donde el ambiente es completamente hostil. Aunque la casa está remodelada, los colores son pálidos y los espacios están muertos, lo cual habla del vacío emocional de Caro. Esto también profundiza en la idea de cómo el espacio puede encontrarse lleno, pero si no hay interacción ni comunicación entre quienes lo comparten, pareciera que está abandonado.
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