Tiempo y belleza: Cashback (2004) de Sean Ellis
- Casa Negra
- 31 may 2019
- 3 Min. de lectura
Por Jetsael Villegas Mendoza

Ben es un estudiante de bellas artes que por las madrugadas trabaja en un supermercado como ayudante general. Su empleo le permite costearse sus estudios gracias a lo que él denomina cashback: cambiar su tiempo por dinero. Este sistema de intercambio —por el cual todos salen beneficiados— no es perfecto; puede ser burlado fácilmente. ¿De qué forma? Cada uno de los trabajadores domina un “arte” de manipulación del tiempo para evitar trabajar sus ocho horas correspondientes. Ben ha logrado dominar el suyo a tal punto que es capaz de detener el tiempo y apreciar realmente la fisonomía femenina, por la cual ha tenido gran fascinación desde que era pequeño.
Cashback, segundo cortometraje del director inglés Sean Ellis, es un tratamiento sobre la apreciación de la belleza en un mundo donde el movimiento es constante y el tiempo se va volando. Mientras unos buscan vender su tiempo, otros —como Ben— pretenden detenerlo y admirar los detalles del mundo cotidiano y de las féminas que pasan frente a ellos.
El culto que Ben tiene por los cuerpos de las mujeres lo ha llevado a observarlas cual cazador a su presa, analogía que el mismo Ellis realiza a través del montaje: Ben se encuentra en uno de los pasillos del supermercado viendo a una joven que está buscando algo en uno de los estantes, después hay un corte y vemos a un venado comiendo afuera del bosque, completamente expuesto. Volvemos a Ben, quien ahora es golpeado en la nuca por su jefe, hay un nuevo corte y vemos al venado salir corriendo espantado.

La película podría separarse en dos partes: la primera se aproxima a la comedia juvenil usando en sus personajes las formas estereotípicas del género; Sharon, compañera de trabajo de Ben y constantemente acosada por su jefe, vive despreocupada y se aburre fácilmente; Barry y Matt, amigos inseparables y también colegas de Ben, hacen chistes sexuales, se burlan de los ancianos e incluso dan por hecho que todas las mujeres buscan que las complazcan en la intimidad; Ben, punto y aparte en cuanto a caracterización estereotipada, busca la belleza femenina no para satisfacer sus deseos carnales, sino artísticos. La segunda es una suerte de art house, donde las imágenes se vuelven más estilizadas e incluso el ritmo interno de la película es mucho más lento.
Este cortometraje cuenta con dos registros dramáticos y que corresponden a las dos secciones antes mencionadas. El tono cómico se utiliza para adentrarnos en el mundo que el supermercado ya es por sí mismo: quiénes trabajan ahí, cómo son, qué hacen y cuál es su relación respecto a los otros personajes. El tono solemne es empleado para introducirnos en la mente de Ben y entender su concepto de belleza: conjunto de rasgos y detalles en el cuerpo que solamente pueden ser apreciados fuera del tiempo.
Ellis logra articular una película que combina al art house y la comedia juvenil de manera integral. Este es uno de los principales méritos del cortometraje, puesto que el uso de los géneros y de los registros dramáticos están ahí para el tratamiento del tema: la belleza sin el tiempo. La comedia forma parte del mundo cotidiano, el art house se enfoca en aquellos rasgos que pasamos por alto debido al movimiento constante que sólo es posible por el transcurso del tiempo.
Hay un momento de transición entre la comedia y el art house que está dado por un montaje cada vez más acelerado, pero donde el ritmo interno de los planos se ralentiza hasta que todo se detiene. Con esto, Ellis deja claro que no solamente le interesa el tiempo como tema, sino también como problema formal.
Cashback en realidad no es el intercambio del tiempo por dinero; es el intercambio del tiempo por la auténtica belleza.
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