La revolución sexual en Viridiana
- Casa Negra
- 27 jul 2019
- 8 Min. de lectura
Por Amaranta C. Monterrubio

Una película nunca es gratuita en su tiempo. A veces, cuando es muy controversial se dice que está “adelantada a su tiempo”, pero la expresión no me convence. En mi opinión es más bien una semilla que se aventura en el suelo para que, con suerte, florezca más tarde. Cada proceso de florecer tiene su duración y, desde donde lo alcanzo a ver, el tiempo de Viridiana ha llegado.
Desde la creación de Viridiana, Luis Buñuel atisbó una verdadera revolución sexual. Nos dio la respuesta de dónde estaba la auténtica carnalidad, pero torpes como somos nos distrajeron otros acontecimientos que daban la impresión de ser revoluciones, mas no lo eran. En el cine, por lo pronto, comenzaron a aparecer cuerpos (femeninos, obviamente) cada vez más desnudos. Después vinieron penetraciones a cuadro en el tan mentado cine de autor, felaciones, violaciones y demás faramalla en el cine “contestatario”.
Aunque, acá entre nos, lo que yo he observado en el medio cinematográfico es que a bastantes directores les gusta tener escenas “eróticas” (de eróticas no tienen nada) donde las actrices estén desnudas (para muchos es su única oportunidad de ver desnudos, ja) y sean víctimas de violaciones o de relaciones sexuales bastante sosas, cumpliendo sus fantasías de dominación y contribuyendo a la cultura de la violación porque, recordemos, el cine es una de las armas más poderosas para crear símbolos. Y como resultado, en pantalla tenemos una sarta de porquerías que llamamos arte cuando una mujer está siendo violada a cuadro o aparece desnuda para atraer las ventas entre el público masculino.
En fin, olvidemos eso por un momento y concentrémonos en Viridiana que, lo haya sabido Buñuel o no (es correcto, a veces los artistas no saben ni qué hicieron), planteó la idea de una revolución sexual.
Pongámonos en contexto.
Hace muchos años, allá por 1899, nuestro amigo personal Sigmund Freud inauguró el psicoanálisis con la publicación de su libro La interpretación de los sueños. Con su teoría, nuestro viejito preferido abrió la puerta a una nueva manera de relacionarse con la mente humana. Comprensiblemente se volvió un apestado en los clubes de eminentes neurólogos y psiquiatras. ¿Quién pensaría que lo que gobierna al ser humano es la líbido? ¿Qué el deseo sexual y la experiencia del mismo, aunado a las represiones sexuales, es lo que pervierte o sana la mente y el cuerpo? ¡Viejo loco! Hasta que un par de años después le dieron un premio y, ahora sí, empezó a ganar seguidores que respaldaran y experimentaran con su teoría. Típico.
En la marginalidad, bajo el descrédito de sus colegas e incluso perseguido por el Estado, Freud continuó desarrollando el psicoanálisis, que comenzó a cobrar cada vez más fuerza en Europa, hasta que en 1920, un grupo de artistas comandados por André Bretón crearon el surrealismo, basado en la teoría del psicoanálisis y sus métodos como la asociación libre, la interpretación de los sueños y la aparición de motivos sexuales distorsionados.
Siete años después, porque a los países de habla hispana todo llega más tarde, apareció la Generación del 27, un grupo de artistas españoles, entre los que se encontraba Buñuel, que tomaron la estafeta del surrealismo en su país.
A principios de los años 40, Luis Buñuel, después de logros y desventuras, llegó por fin a México durante la Época de Oro del cine mexicano. Filmó y filmó y filmó y con Viridiana y El ángel exterminador culminó su etapa mexicana.

Viridiana, con una tremenda Silvia Pinal como protagonista, la rodó en 1961. Aunque para aquel entonces el surrealismo ya era cosa del pasado y el buen Freud ya tenía más de veinte años en la tumba, la influencia del psicoanálisis jamás abandonó a Buñuel. El erotismo aparece como leitmotiv en cada una de sus películas, junto con una profunda crítica a la burguesía. Me atrevería a decir que el erotismo en el cine de Buñuel encontró uno de sus puntos de expresión culminantes. Y sin cuerpos completamente desnudos en pantalla ¡PUM!
Buñuel sí le entendió a Freud. Cuando nuestro viejito hablaba del Eros se refería a la pulsión de vida, a la fuerza de atracción alimentada por nuestro deseo de existir, de permanecer, de perpetuarnos. Esta pulsión no se encuentra solamente en las relaciones sexuales, también está en el hambre, en el baile, en el amor, en la creación artística, en cada cosa que hace nuestro cuerpo para procurarse la vida en toda la extensión de la palabra. Buñuel lo muestra en su filmografía porque conocía la importancia de la carne: un imperioso vehículo al que le gusta tener una vida aparte de la mente, que la moral, la religión y las reglas sociales han pretendido atar.
Desde mi punto de vista, tanto Viridiana como El ángel exterminador son el clímax del erotismo de Buñuel. Pero Viridiana es mi preferida por la naturaleza de dos de sus postulados que son totalmente políticos y radicales, los cuales me permitiré expresar a continuación.
PRIMER POSTULADO: los burgueses deberían vivir la carnalidad como los indigentes.
Nos vamos poniendo intensos. Pensemos en algo: aunque Buñuel viajó por todo el mundo, los países que tuvo la oportunidad de observar hasta la médula fueron España, Francia y México, los tres famosos por ser doble-moralinos. La misoginia, el catolicismo y la represión sexual los han caracterizado desde hace varios siglos, especialmente en la clase burguesa.
Entonces tenemos a Viridiana, una novicia muy piadosa a punto de convertirse en monja, que se rehúsa a abandonar el convento para visitar al tío que insiste en verla. Pero como todo mecenas, el tío le ha pagado sus estudios y siente el derecho de exigir.
Viridiana pasa unos días con su tío y antes de partir de vuelta al convento para consagrarse por siempre a su Dios, el tío le insiste en que se quede, y ante la negativa de Viridiana, le pide entonces que le cumpla un último deseo: que se vista con el atuendo de novia que usó su esposa durante la noche de bodas, la noche también de su fallecimiento. Viridiana accede y una vez puesto el vestido, el tío en complicidad con Ramona, su ama de llaves, la droga hasta desmayarla y la lleva a su habitación con la intención de violarla. Al final no se atreve, pero le hace creer a Viridiana que sí la violó.
La burguesía está repleta de prácticas que reprimen su erotismo y su sexualidad: la religión, la moral, los valores de trabajo, castidad y pureza, la expectativa del éxito, la bondad puritana y demás esquemas sociales que constriñen la expresión de la práctica erótica. El problema de los burgueses es que antes que a ellos mismos como seres humanos, hay un montón de gigantes fascistas a los cuales guardarles fidelidad: la iglesia, la familia, el Estado, las empresas, los bancos, etcétera; provocando que su erotismo busque válvulas de escape y a fuerza de contención, se tuerza hasta convertirse en perversión. Ahí tenemos a un tío que quiere vestir a su sobrina como su esposa para tener las relaciones sexuales, ante su negativa, drogarla aprovechándose de la lealtad de su ama de llaves y, finalmente, suicidándose para no dejar ir a Viridiana.

Viridiana decide entonces quedarse en la hacienda de su tío y hacer su propio albergue con los indigentes que viven en los alrededores. Les da comida y un techo dónde dormir. Sin embargo en el primer momento que los deja solos en la hacienda, hacen un desastre, porque, claro, los indigentes sólo son leales más a sí mismos. Cada día es su último día. No tienen dueño y no le sirven a nadie, por eso preceptos como la moral o las buenas costumbres no imperan en sus acciones. Comen, beben, tienen sexo en la casa principal y destrozan todo en medio de la embriaguez. A simple vista parecen malvados, aprovechados, incapaces de tener control sobre sí mismos. Y puede ser, pero eso no es necesariamente malo. Incluso se atreven a representar la Última Cena, siendo el ciego, Jesús.
A mayor elevación de la clase social, más impedimentos de expresar el erotismo, especialmente en las mujeres. Eso nos lleva al segundo postulado.
SEGUNDO POSTULADO: La verdadera revolución sexual es que a las mujeres se les permita equivocarse.
Ah, esa no la vieron venir. La significación que se le a dado a la revolución sexual ha mutado en diferentes formas, casi siempre a conveniencia del género masculino o del comercio. Desde tener sexo sin compromiso, tener sexo desenfrenado, tener múltiples parejas sexuales al mismo tiempo y las diferentes prácticas sexuales que se han complejizado con el paso del tiempo. Pero desde mi punto de vista, la revolución sexual va más allá y Buñuel nos la declaró con Viridiana:
Para empezar, la protagonizó una Silvia Pinal que además de hermosa, estaba en la cima de su carrera. En su vida personal estaba divorciada, cosa penadísima socialmente en aquella época (aún hoy, no se crean) y había sostenido distintos romances dentro del medio cinematográfico. Era una mujer tan temida como admirada.
Silvia Pinal, junto con su marido de aquel entonces, buscó a Buñuel para convencerlo de filmar Viridiana. Buñuel aceptó y le dio a Pinal el personaje principal, basado en Santa Viridiana. ¡Una santa para una mujer rebelde como Silvia! Si algo sabía hacer Buñuel, era alzar revuelo.
El viaje de iniciación de nuestra heroína Viridiana comienza, obviamente, con su salida a regañadientes del convento a la hacienda de su tío. El suicidio del tío la obliga a quedarse y su decisión de meter a la hacienda a los ciegos, leprosos, menesterosos, cojos y demás indigentes, será su primer decisión fuera de su lugar seguro. Analicemos.
Viridiana viene del lugar simbólicamente más seguro del mundo para una mujer (en la realidad no creo que lo sea tanto) y el sitio donde se realizan las expectativas que la sociedad deposita en las mujeres: el convento. En el convento ella está segura y cumple con lo que se espera de una criatura del género femenino: es casta, sumisa, miedosa, generosa, mártir, vive aislada y sin otro deseo más que servirle a su Dios. En el convento no hay posibilidad del error, del fracaso o de la duda. Pero su llamada a la aventura es ineludible.

A las mujeres, aún hoy, se nos impone mucho la bondad y la perfección mientras se nos cultiva el temor de la maldad ajena o del error. En lugar de aprender a detectar el peligro y hacernos cargo de nuestra defensa o de errar y continuar sin culpa, se nos enseña a temer. Especialmente a las mujeres que pertenecen a la clase media y alta. Huimos de las equivocaciones como de la peste. La malicia de otros se convierte en un monstruo demasiado grande para combatir. Qué conveniente alguien que no puede equivocarse ni defenderse, ¿no? Es como estar muerta.
Es por eso que la revolución son mujeres vivas que se atrevan al error como consecuencia de perseguir sus sueños y tomar decisiones. Así es como llevan a cabo su verdadera revolución erótica, sexual, de vida. El privilegio de errar, de desear, de fracasar, deja de ser privativo del género masculino. Pensemos en nuestras familias que celebran el alcoholismo, las relaciones sin compromiso o el cinismo de sus miembros masculinos. Mientras si una mujer hace algún “desperfecto”, se le destierra.
Por eso Viridiana es un símbolo de rebelión femenina. Se transforma tanto, que ella misma decide tocar a la puerta de su primo que la ha cortejado en diferentes ocasiones. Encuentra dentro de la habitación a la ama de llaves, con quien el primo ha tenido diferentes encuentros, y los tres comienzan a jugar cartas. Tremenda revolución. La clase baja (ama de llaves, mujer), la clase media religiosa (ex novicia, Viridiana) y el género masculino (el primo) jugando en la misma mesa. Como cómplices, por fin.
A partir de ese momento, Viridiana puede emprender su siguiente viaje para explorar su sexualidad reprimida. Porque en la revolución sexual, permítaseme opinar, las prácticas diversas o las parejas múltiples, son sólo una parte de la exploración. Pero la revolución sexual va más allá y es total porque repiensa el cuerpo, los roles de género, la moral de la época, los parámetros de la sociedad, incluso la exigencia del sistema económico.
La verdadera revolución en este sistema es el error. El derecho a equivocarse y a estrellarse contra el mundo que no es como nos dijeron en la infancia. Por eso la revolución sexual pertenece a las mujeres, porque históricamente el cuerpo femenino es el territorio de mayor represión, imposición y violencia. Entonces, cuando descubrimos que el mundo no es perfecto como nos obligaron a ser, la libertad es nuestra y lo que pedimos es el derecho a fracasar.
Cabe mencionar que Viridiana fue prohibida por 17 años en varios países. Afortunadamente, nuestra insurrecta diva nacional huyó con una copia a México, salvándola de la destrucción de la dictadura franquista.
Y usted, querido lector, ¿cómo lidia con que las mujeres a su alrededor se equivoquen? Usted, lectora, ¿cómo lidia con su propio error?

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