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El cine como instrumento poético y el sueño de Pedro en Los Olvidados

  • Foto del escritor: Casa Negra
    Casa Negra
  • 18 jul 2019
  • 8 Min. de lectura

Por: José M. Delgadillo.



“El arte, cuando es libre, es testimonio, conciencia. La obra de Buñuel es una prueba de lo que pueden hacer el talento creador y la conciencia artística cuando nada, excepto su propia libertad, los constriñe o coacciona”.

- Octavio Paz


En 1950 se estrenó la película de Luis Buñuel Los olvidados. El lanzamiento en México fue lamentable, permaneció cuatro días en cartelera y suscitó en el acto violentas reacciones, la prensa atacaba el filme y los raros espectadores salían de la sala como de un entierro (Buñuel, 2008: 172).


El argumento de la película presenta a El Jaibo interpretado por el actor Roberto Cobo, un adolescente que escapa de la correccional y se reúne en el barrio con sus amigos. Junto con Pedro interpretado (Alfonso Mejía) y otro niño, trata de asaltar a Don Carmelo (Miguel Inclán). Días después, El Jaibo mata en presencia de Pedro a Julián (Javier Amezcua) que supuestamente tuvo la culpa de que lo enviaran a la correccional.


El filme fue enviado a Cannes, representando a México. El director de cinematografía la veía con buenos ojos, pero el embajador de México en Francia, Jaime Torres Bodet, la abominaba. Finalmente quien tomó a su cargo la promoción de la película para enviarla al festival fue el propio secretario de Torres Bodet, Octavio Paz.


Buñuel menciona que todo cambió después del festival de Cannes en el cual el poeta Octavio Paz distribuía personalmente a la puerta de la sala un artículo que había escrito, “el mejor, sin duda, que he leído, un artículo bellísimo”(Buñuel, 2008: 173) resalta el director. En este artículo Paz resalta que Buñuel junto con la aparición de La edad de oro y Un perro andaluz serían la primera irrupción deliberada de la poesía en el arte cinematográfico. Las nupcias entre la imagen fílmica y la imagen poética, creadoras de una nueva realidad, tenían que parecer escandalosas y subversivas (Paz, 1951:32). Tras el éxito europeo, Buñuel se vio absuelto del lado mexicano, cesaron los insultos y la película se reestrenó en una buena sala de México, donde permaneció dos meses.


La afirmación de Paz sobre el cine poético de Buñuel y el gusto por el filme de algunos surrealistas como André Breton, Jacques Prevert, Ado Kyrou y otros intelectuales Marc Chagall, Jean Cocteau se debió a que Los Olvidados, aunque presentaba una realidad dura del México de mitad del siglo XX, no dejaba de lado el sentir interior de los personajes y lo dejaba ver en la pantalla. Mostró elementos ya utilizados anteriormente por el Realismo poético como historias predominantemente urbanas, personajes eminentemente de clase obrera y con un fin marcadamente social, sus argumentos suelen estar enmarcadas dentro del género del melodrama, y uno de sus principales objetivos es la búsqueda de una belleza estética, la gran preocupación la fotografía al igual que en el Expresionismo alemán.


Aunque Los olvidados tiene todos estos elementos técnicos, también encontramos otros que convierten las imágenes en poesía filmada muy al estilo de los surrealistas como diálogos interiores por parte de los protagonistas, el adentrarse en la psique, los sueños, pesadillas y los anhelos de los mismos. Buñuel hace esto al representar este sentir de los personajes a través de las imágenes oníricas, el mismo lo afirma al mencionar que el cine es “el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emocione del instinto. El mecanismo productor de imágenes cinematográficas, por su manera de funcionar, es, entre todos los medios de expresión humana, el que más se parece al de la mente del hombre, o mejor aún. El que mejor imita el funcionamiento de la mente en estado de sueño” (Buñuel, 1958:160). Estos elementos tanto técnicos como artísticos, se encuentran en la escena donde se representa el sueño Pedro.



El sueño de Pedro.


Después de que se presenta a los personajes teniendo como escenario una ciudad de México en construcción, un contexto social de desigualdad y pobreza, El jaibo realiza su venganza asesinando a Julián. Tiempo después uno de sus compañeros llega para avisar a los demás que encontraron el cuerpo de Julián y que un policía afirmó que había sido muerto por la espalda.


La escena a revisar comienza después de que Pedro es amenazado por El jaibo al sentenciarle que si son atrapados por el asesinato de Julián, ambos irán a la cárcel. Pedro llega al anochecer a su casa (Minuto 27: segundo 29- minuto30- 44 segundos). Cuando su madre y sus tres hermanos están durmiendo. A partir de ese momento su sueño se convertirá en una especie de pesadilla, un delirio que trae consigo sus miedos y sus preocupaciones. Bien a lo afirmaba Paz al decir que “El tema de los filmes surrealistas de Buñuel es la lucha del hombre contra una realidad que lo asfixia y lo mutila” (Paz 1951:29).


Pedro llega a su cama. Aquí es donde se corporiza lo afirmado por Paz “Buñuel nos muestra que ese hombre maniatado puede, con sólo cerrar los ojos, hacer saltar el mundo”. Pronto sabemos que estamos dentro de su sueño al ver como el mismo se desprende de su cuerpo, una especie de espíritu se levanta de la cama, se escucha música de hipnótica de flauta y el sonido de cacareo de una gallina resuena (27 minutos-16 segundos).

La iluminación alcanza a los protagonistas de tal manera que enmarcan sus rasgos y su sombra se proyecta en el fondo, esto da un aspecto espectral al montaje muy parecido a lo visto en películas alemanas como El gabinete del Dr. Caligari (1920). Y Nosferatu (1922). La cámara se acerca y se aleja de los personajes dando una sensación de vértigo. La reproducción de la imagen reproducida de manera lenta y la desincronización del sonido dan una sensación de desapego del tiempo tal y como pasaría en un sueño, estos elementos crean un mundo fuera de la realidad, alejado de lo que se vivía al principio del film.


Pedro se inca para observar por debajo de su cama para encontrar al adolescente asesinado por El Jaibo. Julián ríe a carcajadas en una especie de demencia mientras por su boca y nariz brotan hilos de sangre, las plumas de la gallina caen frente a ellos y frente a nosotros de una manera lenta indicando que ya ha sido sacrificada. Su madre se levanta de la cama recogiendo con las dos manos su vestido que junto a una luz por demás brillante que ilumina su rostro la hacen aparentar una especie de fantasma que no entiende lo que está haciendo Pedro.

Ella se acerca a él y le pregunta sin mover los labios ¡Pedro! ¿Oye hijo qué haces? ¿Óyeme mijito, tú eres bueno, porqué hiciste eso? Pedro responde también sin articular los labios mientras la cámara hace primer plano a su rostro; Fue El Jaibo, yo no hice nada, yo “nomas” lo vi. Yo quisiera estar siempre con usted, pero usted no me quiere. Es que estoy tan cansada, mira como tengo las manos de tanto lavar, responde su madre mientras la cámara hace un primer plano a sus extremidades. ¿Por qué nunca me besa? pregunta Pedro. Mamá ora si voy a portarme bien, buscaré trabajo y usted podrá descansar. Su madre lo abraza y lo cubre con su pecho para dejarlo de nuevo en la cama. Pedro se recuesta mientras su madre se da la vuelta y se aleja. Pedro se levanta abruptamente para reclamarle el por qué no le dio pan la otra noche.

Ella voltea y de la nada, en sus manos carga un montón de carne para entregarse, las luces asemejan relámpagos y se escucha un estruendo mientras ella sonríe. La escena que asemeja un sueño cada vez se convierte más en una pesadilla. Pedro alza las manos para recibir la carne mientras por debajo de la cámara aparece una mano, es la mano de El Jaibo que está decidido a quitarle ese trozo de carne. El viento resopla con fuerza mientras Pedro y El Jaibo forcejean por el obsequio de la madre. Ella se aleja, El Jaibo vuelve a las profundidades quedándose con el retazo de carne, mientras Pedro solo se recuesta sobre la cama y golpea su rostro en la almohada. El sueño de Pedro finaliza.

Definitivamente en esta escena Buñuel hace presente la poesía a través de las imágenes, ya que se adentra en el inconsciente de Pedro, es el momento donde podemos ver lo que él está sintiendo realmente frente a la situación que se vive en la realidad, esto no lo puede expresar despierto y por eso se muestra rebelde ante los demás, pero en el sueño él reclama el amor por su madre, y aunque existe una especie de rencor hacia ella, es consciente de ella no lo puede amar por que la pesada realidad también la tiene asfixiada a ella. Esto resume lo afirmado por Paz; “Los olvidados es algo más que un filme realista. El sueño, el deseo, el horror, el delirio y el azar, la porción nocturna de la vida, también tiene su parte. Y el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el hombre mata y muere, ama y crea” (Paz, 1951:30)


El asesinato del que fue testigo y las amenazas del Jaibo se llevaron las últimas señales de esperanza para una vida mejor por eso en el sueño se enfrentan por un trozo de carne que es entregado por la madre, el cual podría significar la atención, el cariño y el respeto nunca han tenido y que según Buñuel nunca tendrán.


El sentir de Pedro lo encontramos en esta escena donde los personajes encerrados dentro de cuatro paredes dejan de ser seres que tratan de sobrevivir y se convierten en entes que expresan sin pudor lo que sienten, temen y anhelan. Bien lo identificó Paz al mencionar que “El espacio físico y humano en el que se desarrolla el drama no puede ser más cerrado: la vida y la muerte de unos niños entregados a su propia fatalidad” (Paz, 1951:3).


Testimonio de nuestro tiempo; el valor moral de Los olvidados no tiene relación alguna con la propaganda. El arte, cuando es libre, es testimonio, conciencia. La obra de Buñuel es una prueba de lo que pueden hacer el talento creador y la conciencia artística cuando nada, excepto su propia libertad, los constriñe o coacciona” (Paz, 1951:33).


Esto es a lo que Buñuel se refería cuando criticaba el neorrealismo italiano al decir que al mostrar solo la realidad exterior de los protagonistas, 22 23 se estaba dejando de lado un sinfín de expresiones y sentimientos tiene dentro cada personaje lo cual solo se puede mostrar a través del acto poético, esa expresión onírica que hace referencia a lo más profundo del ser, el cual se expresa en la pintura, la literatura y esta vez en el cine.


Así el director conocía bien los mecanismos cinematográficos para hacer una intensa radiografía de sus personajes y no solo mostrarlos como un ser exterior que podemos ver en la pantalla, sino un ser humano que la atraviesa para mostrarlos tal y como son. La poesía y el cine, o viceversa, son ritmo y montaje; fragmentación y velocidad; vitalidad y exaltación espectacular; armonía y sensibilidad. Es decir, por ser profundamente instintivo, sentimental y emotivo, el pensamiento visual es apropiado en grado sumo para la función poética y, en la mayoría de las mentalidades, esta correspondencia es insustituible.


En general Los olvidados, específicamente esta escena resume lo que Buñuel llamó al cine “instrumento de poesía, con todo lo que esta palabra pueda contener de sentido libertador, de subversión de la realidad, de umbral al mundo maravilloso del subconsciente” (Buñuel, 1955:159). Así que la imagen poética en el cine tiene connotaciones artísticas, creativas, con la finalidad, inmediata, de expresar la belleza por medio del lenguaje visual.


 

Bibliografía:

-Buñuel Luis, El cine instrumento de poesía, Universidad de México, Volumen xiii e número, México, diciembre de 1955.

-Buñuel Luis, Mi último suspiro, Debolsillo, España, 2008. o-Paz Octavio, El poeta Luis Buñuel, Cannes, 4 de abril de 1951.

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