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Carne y deseo: "Voraz" (2016) de Julia Ducournau.

Por Jetsael Villegas.

Justine (Garance Marillier) es una chica vegetariana —y en extremo responsable— que está por comenzar sus estudios en veterinaria dentro de una de las universidades más prestigiosas de Francia. Una vez ahí, se ve sometida a los rituales de iniciación y bienvenida más bizarros, uno de los cuales despertará en ella un deseo insaciable de carne. Su nuevo gusto gastronómico es descubierto por su hermana mayor, Alexia (Ella Rumpf), quien comparte la misma afición. A partir de este momento, Justine tendrá que decidir entre reprimir sus deseos carnales o dejarse llevar por ellos.


Voraz (Grave, 2016) es la tercera obra de la directora francesa Julia Ducournau. En ésta película, aborda el tema del canibalismo y lo convierte en una metáfora sobre la transición de la infancia a la adolescencia y sobre los lazos familiares que están más allá de las conexiones sanguíneas.


Muchas de las imágenes que Ducournau presenta a lo largo del film son poderosas, a tal punto que incluso nosotros, los espectadores, somos capaces de “sentir” lo que está pasando. Hay una secuencia donde Alexia depila la entrepierna a Justine; por la expresión de ésta, sabemos que duele, pero también los primeros planos están colocados estratégicamente para transmitir esa sensación.


El canibalismo ha sido explorado en una infinidad de largometrajes previos a este. Lo que bien pudo ser gore en su máximo esplendor —con baños de sangre, cuerpos mutilados y violencia extrema— se convierte en un ensayo sutil sobre una mujer que deja de ser una niña para convertirse en adolescente.


Cuando Justine consume carne por primera vez —un pequeño riñón de conejo crudo— , su despertar sexual también se revela. Así, podemos afirmar que en Voraz existe la carnalidad, entendida de dos formas (ambas presentes en el filme): primero, el placer producido por comer carne; segundo, la atracción sexual que una persona tiene hacia otra gracias a su fisonomía. Adrien (Rabah Nait) es amigo de Justine y abiertamente homosexual; no obstante, ella se siente atraída por él. Esto culminará en una secuencia dónde ambos mantienen relaciones, mientras ella intenta “probarlo” más allá de la cama.


La película también habla sobre la familia. Además de la obviada relación sanguínea entre los miembros — y del hecho de que todos son veterinarios—, el clan de Justine está unido por el secreto que guardan: ni ella ni su hermana son las únicas caníbales de su estirpe. Las relaciones familiares ya habían sido exploradas por Ducournau en su cortometraje Junior (2011), temáticamente similar a Voraz. La creación de imágenes poderosas, que no grotescas, es la principal fortaleza del largometraje, pero también su gran debilidad porque ellas provocan precisamente que el tema de la familia quede opacado por las escenas de canibalismo.

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